
como tal, debe ser honrada y amada",
dijo el piadoso predicador.
"¡Qué necedad!", dijo el Maestro.
"La ley es un mal necesario y, como tal,
debe ser reducida al mínimo.
Muéstrame tú a un amante de la ley,
y yo te mostraré a un tirano con piel de cordero".
Y contó el caso de su hermana, que,
cansada de empujar el cochecito de su hija,
decidió ponerle un pequeño motor.
Pero entonces entró en escena la policía:
como el cochecito podía alcanzar los seis kilómetros por hora,
debía ser considerado "vehículo automóvil",
por lo que debía llevar matrícula, luces y frenos;
y, sobre todo, la madre debía tener... ¡carnet de conducir!
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